La Teoría Subjetiva del Valor desarrolla la idea de que el valor de un bien o servicio, no está determinado por ninguna propiedad de este, ni por la cantidad de trabajo requerido para su producción, sino por la importancia que un individuo le da para lograr sus objetivos o deseos1. Se considera como principal iniciador de esta teoría a uno de los fundadores de la Escuela Austríaca, Carl Menger2 a mediados del siglo XIX3.
En la vereda contraria tenemos a la Teoría Objetiva del Valor (o Valor-Trabajo) que sostiene esencialmente que el valor es intrínseco al bien o servicio en cuestión y que es independiente a las preferencias y percepciones de las personas y que depende del esfuerzo humano contenido en él. Podemos ver aquí las Teoría de Valor Clásica4 y la de Karl Marx5. Esencialmente el precio de un bien, según esta visión, depende de los costos.
Si bien en la actualidad hay cierto consenso alrededor del Marginalismo, esta contraposición de enfoques ha generado y aún genera acalorados debates entre economistas incluso en Argentina llevados al plano mediático6.
Vamos a centrarnos en los aportes de la Escuela de Salamanca sobre el valor.
Desde que los economistas austríacos, primero Schumpeter y luego Grice-Hutchinson, como vimos antes, revalorizaron el pensamiento económico de la Escuela de Salamanca, muchos señalaron a esta como la originaria de una teoría subjetiva del valor.
Diego de Covarrubias y Leyva se destaca por haber desarrollado la teoría del valor subjetivo a partir de que San Bernardino de Siena y Jean Buridan se ocuparan del tema en el siglo XV.
En su obra Variarum (1554) explicó que el valor de los bienes en el mercado viene determinado por la escasez y la utilidad; no dependiendo de las propiedades intrínsecas o materiales del objeto en cuestión, sino de la propia estimación subjetiva de los consumidores.
El valor de un artículo no depende de su naturaleza esencial sino de la estimación humana, aun cuando ésta fuera estúpida. Por ejemplo, en las Indias el trigo es más caro que en España porque allí lo estiman más, aunque la naturaleza del trigo sea la misma en ambos lugares.
Además subraya que el precio justo de un bien no debe atribuirse a su costo original, ni a su costo en términos de horas de trabajo, sino sólo a su valor corriente en el mercado; por lo que, a igualdad de circunstancias, los precios bajan si los compradores son pocos y los bienes abundantes, y viceversa.
Otro pensador destacado sobre el valor fue Luis Saravia de la Calle7, fue contemporáneo de Covarrubias. En su obra Instrucción de Mercaderes explica que cualquier teoría del valor basada en el costo de producción no es correcta ya que sólo según su utilidad y demanda en el mercado con escasez de oferta, se puede determinar lo que ellos denominaban el precio común de mercado, o sea, el precio justo.
los que miden el justo precio de la cosa según el trabajo, costas y peligros del que trata o hace la mercadería yerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de mercaderías, de mercaderes y de dineros, y no de las costas, trabajos y peligros. Si hubiéramos de considerar el trabajo y el riesgo para calcular el precio justo, entonces ningún mercader sufriría jamás pérdidas, ni recibirían atención la abundancia o escasez de bienes y dinero8.
Pero como en la actualidad, las posturas no estaban totalmente unificadas y no todos los escolásticos españoles pensaban el valor en términos subjetivos.
Antes de Covarrubias y Saravia de la Calle el propio Francisco de Vitoria9 se expresó sobre el tema desde un enfoque objetivo:
La compraventa ha sido introducida para utilidad común del comprador y del vendedor, puesto que cada uno necesita de la cosa del otro. Por consiguiente, debe establecerse entre ellos el contrato según igualdad objetiva (secundum aequalitatem rei), pues lo que ha sido introducido para común utilidad no debe gravar más a uno que a otro10.
Cuando trata del precio justo de los bienes, hace una distinción entre las cosas que son necesarias para la vida y las que no lo son:
Hay dos clases de cosas que se pueden vender. Hay unas que son necesarias para la buena marcha de las cosas y para la vida, y por ellas no se puede exigir más de lo que valen, y no sirve decir que al que quiere no se le hace injuria, pues en este caso no se da una decisión del todo voluntaria sino que existe una coacción, pues la necesidad le obliga; como si uno que tiene necesidad en un camino, pide vino para beber, y el otro no lo quiere dar sino por veinte ducados, y solo vale diez, este peca mortalmente y está obligado a restituir, porque aunque aquel se lo compró porque quiso, su decisión no fue lisa y llanamente voluntaria.
Posteriormente sigue:
Hay otras cosas que no satisfacen necesidades humanas. Tengo una vihuela que solo vale diez reales, y no la quiero dar sino por veinte: si otro los quiere dar, pase. Lo mismo se diga de una piedra (preciosa) que vale diez y no la quiere dar sino por veinte: si otro los da pase, porque esta decisión es voluntaria.
En síntesis lo que dice Francisco de Vitoria esencialmente es que todo bien de primera necesidad debe determinarse dentro del ámbito del llamado valor objetivo, es decir que su precio debe determinarse a partir de sus costos más una tasa de ganancia razonable que retribuya el esfuerzo comercial. Pero aquellos bienes que no son necesarios para la vida se pueden determinar en el ámbito del valor subjetivo.
Domingo de Soto11 en “De la justicia y del derecho” (1532) y Melchor de Soria12 en “Tratado de la justificación y conveniencia de la tassa de el pan” (1633) siguen la misma línea de pensamiento de Francisco de Vitoria.
Debo afirmar que al explorar la bibliografía sobre la Escuela de Salamanca de autores vinculados a la escuela austríaca al unísono hablan de que sus pensadores produjeron la teoría subjetiva de valor, lo cuál es cierto, pero no mencionan casi la visión objetiva de Francisco de Vitoria, Soto y Soria.
Como vimos en este artículo, en la Escuela de Salamanca se trabajaron ambas teorías de valor y en ambos casos vemos la identificación de variables y relaciones, los debates sobre las teorías de valor deben haber sido muy interesantes.
- Von Mises, Ludwig: La acción humana: Tratado de economía, 1949 ↩︎
- Carl Menger (1840-1921) abogado y economista austríaco, que contribuyó en la Teoría Marginalista y fundó la Escuela Austríaca. ↩︎
- La Teoría Subjetiva del valor sirve de base para el marginalismo. Esta es una escuela de pensamiento económico surgida a mediados del siglo XIX que se centra en el concepto de «margen” en la última unidad producida o pérdida de un bien. Creó la ley de la utilidad marginal decreciente según la cual el valor de un bien para su poseedor (partiendo así de la teoría del valor subjetivo) lo determina la utilidad de la última unidad producida de ese bien, decreciendo mientras más unidades posea. ↩︎
- Sus principales exponentes son Adam Smith y David Ricardo.
El primero sostenía que el valor de un bien en el largo plazo se justifica por los factores de producción. Sin embargo en el corto plazo, el valor, reflejado en el precio, subirá o bajará dependiendo si la demanda aumenta o cae, respectivamente.
El segundo afirmaba que el valor del producto dependerá del esfuerzo laboral necesario para producirla y de su disponibilidad. ↩︎ - Según el marxismo, el valor del producto depende del trabajo socialmente necesario para producirlo. Se calcula en función del tiempo promedio requerido por las compañías del sector para desarrollar el bien respectivo. ↩︎
- En los últimos años en varios programas de actualidad política irrumpieron las figuras del actual presidente argentino, Javier Milei, y del dirigente peronista, Guillermo Moreno, el primero, autoproclamado “austríaco” defendiendo la teoría subjetiva del valor y el segundo llamándose a sí mismo “clásico” y “ricardiano”, la teoría objetiva del valor.
Milei: https://www.youtube.com/shorts/2LUf87zr0_w
Moreno: https://www.youtube.com/watch?v=zRyxar9l7Go
↩︎ - Luis Saravia de la Calle, teólogo español del siglo XVI ↩︎
- Saravia de la Calle, Luis: “Instrucción de mercaderes” (1544), Joyas Bibliográficas, 1949
https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=14933 ↩︎ - Considerado el principal pensador de la Escuela de Salamanca y padre del Derecho Internacional, Francisco de Vitoria nació en Burgos en 1485. Con 20 años ingresó en el noviciado de la Orden Dominica, donde inició sus estudios humanísticos.
En 1508 se incorporó al Colegio de Santiago que formaba parte de la Universidad de la Sorbona. En París recibió los grados de Licenciado y Doctor. En 1522, se trasladó al Colegio de San Gregorio de la Universidad de Valladolid donde, durante tres años, explicó la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino. Allí recibió el último grado que la Orden Dominica otorgaba a sus profesores: el Magíster en Sagrada Teología.
En 1526 ganó la Cátedra Prima de Teología de la Universidad de Salamanca, que por entonces era una de las universidades más prestigiosas del mundo. Allí siguió enseñando hasta su muerte en 1546. ↩︎ - Vitoria, Francisco de: “Comentarios a la Secunda secundae de Santo Tomás” ↩︎
- Fray Domingo Soto (1494-1560). Fue uno de los grandes alumnos de Francisco de Vitoria. Estudió en Alcalá y en París. ↩︎
- Melchor de Soria y Vera (1558-1643). Obispo de Troya y auxiliar de Toledo, catedrático, prior, escritor y consejero real. ↩︎
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