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Domingo de Soto

Domingo de Soto (1494-1560) fue un fraile dominico, teólogo, jurista y físico español, una de las figuras más influyentes de la Escuela de Salamanca y del pensamiento europeo del siglo XVI. Su trabajo abarcó desde la teología y la filosofía hasta el derecho y la física, dejando un legado duradero en diversas áreas del conocimiento.

Primeros años y formación

Nacido en Segovia en 1494, su nombre original era Francisco, el cual cambió a Domingo al ingresar en la Orden de los Predicadores (dominicos) en 1525. Realizó sus estudios en la Universidad de Alcalá y posteriormente en la Universidad de París, dos de los centros intelectuales más importantes de la época. En 1520, regresó a Alcalá para ocupar la cátedra de Metafísica.

La Escuela de Salamanca y su apogeo intelectual

En 1532, se trasladó a la Universidad de Salamanca, donde ocupó la cátedra de teología. Fue en esta prestigiosa institución donde se integró plenamente en la floreciente Escuela de Salamanca, un grupo de teólogos y juristas que, bajo la inspiración de Francisco de Vitoria, renovaron el pensamiento escolástico y abordaron los nuevos problemas morales y jurídicos de su tiempo.

Como miembro destacado de esta escuela, De Soto realizó importantes contribuciones en los campos de la teología, el derecho y la economía. Defendió los derechos de los pobres en su obra Deliberación en la causa de los pobres y, al igual que otros miembros de la escuela, reflexionó sobre la dimensión moral de las actividades económicas.

Contribuciones a la ciencia

De manera notable, Domingo de Soto es reconocido por sus estudios en el campo de la física. En sus comentarios a la Física de Aristóteles, formuló con claridad la ley de la caída de los graves, afirmando que la velocidad de un cuerpo en caída libre es uniformemente acelerada. Este hallazgo, precursor de los trabajos de Galileo Galilei, lo sitúa como una figura pionera en el estudio de la mecánica y la gravedad.

Papel en la política y la Iglesia

La influencia de Domingo de Soto trascendió el ámbito académico. Fue confesor del emperador Carlos V, lo que le otorgó una posición de gran relevancia en la corte. Además, desempeñó un papel crucial como teólogo imperial en el Concilio de Trento, el evento fundamental de la Contrarreforma católica.

También participó activamente en la famosa Controversia de Valladolid (1550-1551), el debate que enfrentó a Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas sobre los derechos de los indígenas americanos. De Soto elaboró un resumen de la disputa, mostrando simpatía por las tesis de Las Casas en defensa de los nativos.

Últimos años y legado

A pesar de que se le ofreció el obispado de Segovia, prefirió continuar con su labor académica en Salamanca, donde ocupó la cátedra principal de teología desde 1550 hasta su muerte en 1560. Sus restos descansan en el Convento de San Esteban de Salamanca, y su discípulo, Fray Luis de León, pronunció la oración fúnebre en su honor.

El legado de Domingo de Soto es el de un humanista renacentista que supo integrar la teología tradicional con los nuevos desafíos científicos y sociales de su época, dejando una marca indeleble en la historia del pensamiento español y universal.

Obras destacadas:

  • Summulae (1529)
  • De iustitia et iure (De la justicia y del derecho, 1556)
  • In VIII libros physicorum (1545)
  • Deliberación en la causa de los pobres (1545)
  • De natura et gratia (1547)
Publicado enBiografías

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